Hace unos meses ya dejé constancia en esta columna de que el término “guerra cultural” no era sino el cliché reaccionario que escondía una batalla política e ideológica de primer nivel. Entonces aludía a la prohibición de una obra de Virginia Woolf en el municipio de Valdemorillo, gobernado por PP y Vox, y a la censura de la película Buzz Lightyear en Santa Cruz de Bezana, también gobernada por la derecha y la extrema derecha, por una escena de un beso entre dos mujeres. La derecha actual, superados ya los disimulos y precauciones de años atrás, vuelve a considerar la cultura un ámbito casi exclusivo de la izquierda y como tal, la combate. De forma más cruda y descarada por parte de Vox, pero con un PP que no se queda atrás.
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