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Hablar de orgullo provincial suena viejuno, pero igual de viejos son los nacionalismos y ahí los tienes, frenéticos, predicando sin tregua. Exclusivos para los propios e inclusivos, a la fuerza, para los ajenos. Van a toda mecha, unos frente a otros, mezclados en el túrmix galopante del trémulo devenir de Europa.

Con la provincia, el sentimiento, el concepto mismo, se queda en el rellano de abajo, como el ligue que dice que sube pero no sube. El provincial, sin mayor disimulo, es un nacionalismo de tercera, o quizá,........

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