Está lo de los drones ucranianos zumbando en los sueños de la Gran Madre Rusia; están los drones cotillas de la seleccionadora canadiense en los Juegos Reunidos de París; y está (medalla de oro, valga la broma) el dron que seguía al muy honorable fugado que amagó, arengó y se largó: el despistado dron de la discordia y del aspaviento.
Antes de que los seres biónicos se hagan cargo de todo, tengan o no inteligencia (siendo esta, obviamente, artificial), nos vamos manejando con los drones, que lo mismo valen para un roto que para un........© Heraldo de Aragón