Hacer banal, banalizar, es no tomarse algo con la importancia que se merece. Siempre ha habido plumas dispuestas a banalizar la política y a abonarse a frivolizar sobre los políticos. Quizá ahora más que nunca.
Es posible que se deba al cambio de modelo de políticos en nuestro país, pues se ha pasado del político con vocación de servicio que añadía a su actividad profesional, a una clase dirigente de políticos profesionales de proporciones enormes.
Añadamos el papel de las redes sociales y la multiplicación de medios digitales que no siempre han nacido para servir a la verdad, sino para intoxicar en el ámbito público.
La contaminación e infestación profunda del debate público, la banalización del discurso y las acciones públicas contaminadas del virus de lo vulgar, de la descalificación, de las groserías, son pan de cada día en el supuesto debate que se da en el interior de la esfera pública. Ayuso y Sánchez, Sánchez........