Andar sin miedo

Para aprender de nuevo a andar he necesitado hablar constantemente a mi cerebro y pedirle que enviara a mis piernas mensajes precisos para avanzar. Sólo así es posible andar sin miedo. En el proceso he comprendido los entresijos del cerebro y del cuerpo humano y he despertado sentidos adormecidos por una sociedad que nos empuja a movernos en masa.

Esa interocepción imprescindible me ha permitido disfrutar de un espacio exclusivo de mi intimidad donde nadie tiene entrada excepto yo; saborear la libertad interior que, al cabo, es........

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