El problema no requiere un análisis complejo: las cuentas, sencillamente, no cuadran. El sector primario se ahoga. Y lo hace asfixiado por unos estrechos márgenes, en demasiadas ocasiones desaparecidos por una venta a pérdidas, y por una complicada y enmarañada burocracia que dificulta la recepción de unas ayudas que ignoran la condición de los agricultores como habitantes del medio rural. Preocupa la despoblación pero, paradójicamente, se ignora a los pobladores.
Legislando desde los despachos, despreciando los ritmos y la realidad de un sector que, por no decidir, no lo hace ni sobre los cultivos, el campo se ha convertido en víctima de un modelo hiperregulado y ajeno a su día a día. La tremenda carga normativa que debe soportar, una cuestión de la que tampoco se escapan otros muchos ámbitos empresariales, ha despertado un rechazo fruto de la evidencia de un cumplimiento........