Comenzaré con una cita, algo extensa, del libro ‘Por una corporeidad postmoderna’ (Editorial UOC, 2014), de Asun Pié Balaguer, experta en estudios sobre discapacidad, que resume el sentido de lo que querría compartir:
"Reducir los cuidados a un servicio o una comodidad niega su centralidad en la experiencia humana, genera dominación y, en consecuencia, vulnerabilidad problemática. Esta reducción introduce una demarcación entre los ciudadanos en sentido pleno y los necesitados (descalificados socialmente). Y esto parece autorizar a tratar a los trabajadores de los cuidados como si no tuvieran competencias específicas, siendo canjeables y prescindibles. Todo ello alimenta una devaluación económica y política de los cuidados, lo cual favorece también su mercantilización. La modificación de esto solo es posible si se coloca el cuidado como valor central de las sociedades democráticas. Defender este punto implica, entre otros, ampliar su noción y superar la dicotomía entre beneficiarios y dispensadores".
Es cierto que de un tiempo a esta parte se habla........