Tiempo atrás, los veranos solían ser como los espacios entre paréntesis, es decir, que se abría un hueco al margen del discurso principal. Un periodo del año en que casi todo se paraba. Eran como un ‘coitus interruptus’ que, como su nombre indica, interrumpían el tracto de la actividad.
En todo caso, los veranos, que ocupaban tradicionalmente los meses de julio y agosto, dejaban un espacio libre, abierto y vacío propicio para la especulación y la fantasía, ante la sequía informativa que solía producirse; las vacaciones de los políticos, la ausencia de noticias de interés y un cierto y tácito acuerdo social para bajar el tono general, daban al verano ese vacío noticioso; pero el indudable ‘horror vacui’ que afecta a las colectividades humanas ante el temor a........