Me hacen gracia los predicadores, y más esos que se ponen serios y se engolan para lanzar sus sermones y advertencias; pero luego, sus prédicas y sus palabras se las lleva el viento. No llega ese trigo benéfico que uno espera como conclusión lógica de los discursos y del mismo enunciado del castizo, pero acertado refrán: "Menos predicar y dar más trigo". Hago constar que me refiero a sermones, discursos y prédicas varias que pongo en boca de nuestros políticos, esperando de ellos una coherencia que no acaba de llegar entre sus envalentonadas palabras y sus actuaciones personales.
Así me ocurre con personajes del PSOE como el audaz Emiliano García-Page y el prudente, aunque locuaz, Javier Lambán, gentes a quienes profeso afecto por su valor en........© Heraldo de Aragón