El topo gigante y L’Horta Sud (apólogo)

En un lugar de la campiña, alejado de los núcleos urbanos, aparece un buen día un topo gigantesco, enorme, por encima de todo lo imaginable en materia de topos. Lo ve, lleno de asombro, y toma nota de sus inverosímiles características un maestro de pueblo de los de hace cien años.

La historia ocurre en 1914. El animal, por sus anómalas características, merece ser observado y estudiado, sin la menor duda, pues supera cuanto este hombre conoce. Consulta libros y fuentes a su alcance, pero en ninguna parte se da cuenta de que exista algo parecido al bicho que ha visto y puede describir. Cuando comienza a dar cuenta de su insólito hallazgo comprueba que, por motivos variados, nadie le cree.

Empeñoso como es y celoso de su verdad, el maestro de pueblo, con muchos agobios y tras larga espera, consigue ser recibido por un ilustre sabio que vive y trabaja en la capital. El hombre de ciencia, con la superioridad y suficiencia que dan los conocimientos sistemáticos propios de un estudioso serio, le asegura, con apenas disimulada compasión, que no debe extrañarse por un fenómeno así. A su juicio, el fenómeno se debe a las características del suelo de la comarca: todo el mundo sabe que la tierra de los parajes donde el maestro vive es muy fecunda, sumamente feraz........

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