Pocas horas después de que Pedro Sánchez anunciara su paréntesis, me tocó pronunciarme en el programa ‘Aquí y Ahora’ de Aragón TV sobre tan insólita decisión. En ese momento, lo tenía clarísimo: era una estrategia ante las elecciones catalanas y para acortar distancias con los populares en las europeas de junio.
También, para recordar, especialmente a Puigdemont, que todo puede ser peor. Igual que logró en julio contrarrestar la emergencia de Vox, enarbolaba la bandera del no todo vale a raíz de la denuncia judicial contra su mujer, decía yo, para mejorar su posición en el tablero y dejar clavados a sus rivales. "¿Merece la pena?", nos preguntó. Pedro Sánchez en estado puro.
Desde ese momento, toda persona próxima a la dirigencia socialista que tenía ocasión de susurrarte al oído qué iba a pasar, tras perorar sobre lo insoportable de la situación, pronosticaba que dejaba la presidencia. El intenso boca a boca y la movilización de la militancia –incluidos los disidentes aragoneses– y de los públicos afines hacían creer su marcha, pese a que, objetivamente, era lo peor para Sánchez y el PSOE. Solo faltó su teatral visita previa a la Zarzuela para que ese marco mental dominara el........© Heraldo de Aragón