Nadie nos pide permiso para venir al mundo ni, habitualmente, para abandonarlo. Son dos condiciones insoslayables que nos definen como mortales, como humanos.
¿Conoce usted a alguien que pueda explicar por qué nació y sepa a ciencia cierta cuál es el fin último de su existencia? Nadie sabe. No sabemos. Sólo apostamos por interpretaciones más o menos sostenidas en suposiciones heredadas de nuestros mayores. Cualquier explicación es una respuesta basada en conjeturas o creencias que aspiran a trascender los límites de lo que somos. Hacemos apuestas y respondemos en función de las circunstancias y del contexto cultural donde nos ha tocado vivir. Y ahí vamos siendo y sólo somos con el paso del tiempo. Sí, tiempo. Un segundo es un minuto. Un minuto, una hora. Una hora, un día. Un día, una semana. Una semana, un mes. Un mes, un año. Y así una vida.
No obstante, más de uno y........© Heraldo de Aragón