Mis mejores artículos no son míos. No me malinterpreten: no es que yo piense que en mi carpeta haya muchas o ni siquiera alguna pieza maestra; ni tampoco que no sea yo quien los haya escrito.
Lo que quiero decir es que lo más sobresaliente, o lo mejor, dentro de mi medianía, más que deberse al mérito propio suele ser el fruto de un regalo ajeno: una lectura o una cita, un encuentro o una conversación, un mensaje con una sugerencia o una crítica... Cuando tienen interés, normalmente no soy yo el que se da cuenta de las cosas, sino que siempre hay alguien –conocido, desconocido o incluso no reconocido– que me llama la atención sobre ellas, y yo hago de amanuense. ¿No les ocurre a ustedes lo mismo?
Mi amigo G. es uno de esos discretos y generosos vigías de la realidad. Hace unas semanas me llamaba la atención sobre algo que en su opinión –que hago mía– distorsiona y yerra nuestra........