Buenos deseos

Las ocasiones especiales sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Lo más brillante y lo más estúpido. O lo más elegante y lo más cursi, siendo esto segundo, como dice el mismísimo Diccionario de la RAE, lo que pretendiendo ser lo primero (distinguido, gracioso, atractivo...) se queda en pretencioso, ridículo o afectado.

A veces nos sucede así con la llegada del año nuevo, y muestra de ello podrían ser las felicitaciones que nos intercambiamos entre nosotros. En nuestro afán de autenticidad tratamos de evitar las fórmulas tradicionales, como si solo así pudiéramos ser realmente sinceros, en lugar de intentar descubrir y hacer nuestro el valor de lo convencional, esto es, lo que es de todos y no lo que yo me invento. Además, dados los miles de millones de personas que habitamos el planeta la repetición, incluso exacta, de palabras y expresiones resultará inevitable. No sé si alguna inteligencia artificial llegará a encontrar una expresión diferente para cada uno de nosotros, pero, claro, entonces ya no sería la nuestra. O lo sería tanto como la fórmula tradicional. Es como si para decir sinceramente a alguien........

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