Mi doctora, la del barrio
Cada cierto tiempo toca a la puerta. Casi siempre no estoy. Deja el recado. Vuelve. La veo venir con papel y lapicero en las manos. Hace las mismas preguntas de la primera vez.
Ella, la doctora Belkis Díaz Fernández, especialista de Primer Grado en Medicina General Integral, con categoría docente de Asistente, Máster en longevidad satisfactoria, caminaba casi en puntillas de pie, silenciosa, como para que no me escapara. Mi doctora es persistente.
La esperé con la puerta abierta. De nuevo con las mismas preguntas, pero las respuestas no siempre son las mismas: «No, no sé si habrá hecho la prueba citológica. Ella ya no vive aquí. Carlos Rafael sigue estudiando Ingeniería Nuclear, en La Habana. A finales de este año debe discutir la tesis de graduación. Sí, vivo solo. No, no tengo vasos espirituales, ni agua almacenada, tampoco salideros, aunque como usted ve, la casa no está muy ordenada».
Y lo más curioso es que mi doctora, la del barrio, siempre anota, como el vigilante de carretera, que no pasa por tu casa, pero cuando ordena detenerte en la vía, rara vez escapas. Tienes los documentos en orden, pero… y los frenos, y la emergencia y los intermitentes, y la luz larga, y la luz corta, y el somatón, y qué traes en el maletero, y…, cuando menos, una multa educativa te........
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