Detrás de un extremista…

Soy de las personas que creen sinceramente en el valor de la crítica, de los desacuerdos respetuosos que generan ideas, de las contradicciones sanas que sacan del inmovilismo y exigen pensamiento e inteligencia para ser resueltas.

No existe proceso alguno, de cualquier índole que, para probar definitivamente su éxito o afianzar su valía, no pase antes por interpretaciones críticas de sus esencias. Eso está más que claro y, aunque tiene profunda relación con el tema de este comentario, no va nuestra reflexión precisamente por ese camino de la consabida arista constructiva de la crítica.

Me preocupa, y no creo ser la única que se detiene en esas tribulaciones, la facilidad con la que cierta gente critica absolutamente todo. No se interesan demasiado por faltar a la ética, por la cantidad de sensibilidades que puedan herir y, en el peor de los casos, ni siquiera se detienen a buscar argumentos con los cuales respaldar sus criterios.

Jocosamente llamábamos a eso, en mis años universitarios, «tírame el tema que voy en contra», aunque en ese entonces no tuviéramos, tal vez, la percepción real........

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