Una vez más y por las fatídicas razones de hace más de una década, fui huésped del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de La Habana.
Volvió mi vida a ponerse en manos de galenos consagrados como el doctor Lorenzo Llerena, las doctoras Sheila, Inés, Grisel. También fui visitado por las doctoras Damaris y Johana. Volví a sentirme seguro en medio de circunstancias complejas por un corazón dañado.
¡Y qué valor tiene esto! ¡Cuánto ánimo y esperanza dan al paciente! Eran, en todos los casos, caras, voces y manos conocidas. Estaba allí parte de ese gran caudal científico cubano.
Sin embargo, lo que más me llamó la atención es el número creciente de jóvenes enfermeras y enfermeros y de doctores mexicanos que hacen su especialidad o su........