La imagen de Salamanca

Tengo un amigo que este fin de semana consiguió lo que pocas veces se alcanza en la vida: llorar de alegría. El mocete -se alegrará cuando lea que lo he rejuvenecido unos cuantos años- es de Bilbao de toda la vida y llevaba muchos años esperando una alegría -hijos aparte- como la que le regaló su equipo de fútbol. Por fin, volverá a disfrutar, como cuando era niño, viendo navegar ría arriba a la famosa y hasta hace dos días innombrable gabarra con los jugadores de su Athletic compartiendo la Copa del Rey con un millón de personas.

Pues bien, imagínense con qué alegría regresaba al «bocho» este domingo después de haber vivido una final de infarto en Sevilla. Para el viaje, eligió el camino más corto y más barato, como tantos otros aficionados bilbaínos: Ruta de la Plata hasta Salamanca, autovía A-62 hasta Miranda de Ebro y un cachito de autopista -qué son poco más de seis eurillos- hasta........

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