Ayer, 30 de noviembre, el Perú dio un paso en la cultura democrática que muchos subestiman, pero que, si se consolida, puede transformar la política nacional: la realización de elecciones primarias. Con sus imperfecciones, sí. Con escasa participación, también. Pero significativas porque —por fin— volvimos a un ejercicio que debería ser parte natural de nuestra vida democrática.
Las primarias no son un simple trámite. Son un ejercicio pedagógico. Enseñan. Forman. Educan. Obligan a mirar la política no como espectáculo, sino como responsabilidad. Ayer, aunque la mayoría de partidos optamos por la vía de delegados, vimos en el APRA y Renovación Popular un primer intento de devolverle al ciudadano su rol en la vida político-partidaria. No es suficiente, pero es un comienzo. Y en un país donde la política se ha convertido en sinónimo de desconfianza absoluta, cualquier paso hacia una participación más consciente........

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