Las empresas enfrentan continuamente problemas de turbulencia económica y social, cambio organizacional, crisis y trabajar bajo presión, entre otros. Por ello, deben tener la habilidad de improvisar, reinventarse y anticiparse a cambios. Factores como aprender continuamente, ser flexible y adaptable, así como propiciar una comunicación abierta, son fundamentales.
¿Qué haría una empresa si enfrentara una crisis inesperada, una disrupción tecnológica o una recesión económica? Si una pequeña empresa de la noche a la mañana se ve afectada por un desastre natural, enfrentaría, en primera instancia, caos. ¿Y qué si, no obstante, a pesar de las pérdidas sufridas, decide no rendirse? ¿Si en lugar de eso analiza la situación, aprende de la adversidad y ajusta sus estrategias para adaptarse a las nuevas circunstancias? La realidad no es tan sencilla, pero esto realmente ocurre. Este proceso de enfrentar situaciones adversas, adaptarse y salir fortalecido, se conoce como resiliencia organizacional.
La resiliencia es la capacidad de resistir crisis, recuperarse y, además, innovar y evolucionar, con lo que una organización asegura su supervivencia y éxito a largo plazo.
Ahora bien, ¿cómo puede una empresa aprender a no sólo resistir, sino prosperar ante los desafíos........