Pemex-CFE, ‘non performing assets’

La presente administración ha llevado el concepto “subsidio” al extremo. Se dieron cita dos grandes males, la obcecada pretensión de revivir una obscura caja negra, generadora de ingresos de libre disposición, y la más avasallante anulación de los órganos de fiscalización, esto es, tanto, de la Cámara de Diputados como de la Auditoría Superior de la Federación. El resultado es que nadie sabe qué pasó con billones de pesos, pero peor aún, para seguir sentado en la mesa de las apuestas irresponsables, se precisa de sumas a las que México ya no tiene acceso en el corto plazo.

Si a Pemex y a la CFE les quitan la andadera de las transferencias y aportaciones, las dos aparecen como lo que realmente son, un lastre para las finanzas públicas. Atarse a ellas es como aferrarse a una pesada losa en medio del mar. La deficiente programación financiera, aunada al esperable agotamiento de ingresos extraordinarios nos han llevado al estado del default de ciertos compromisos financieros, lo que representa un alarmante foco rojo en materia de finanzas públicas. Sí, fueron muchos y cuantiosos los cobros excepcionales y extraordinarios, pero tal fuente se ha agotado.

El tabasqueño no es mago, ni mucho menos un genio financiero. Obtuvo recursos abundantes recursos excepcionales, abusando de potestades del estado, no sólo en el ámbito fiscal, sino también ajustando, voluntariamente, a la fuerza, convenios y compromisos a cargo del gobierno. Comprometiendo y desdorando la palabra y el buen crédito de éste.

Hemos visto cómo el gabinete se regodea, presumiendo un aumento en los salarios mínimos, el cual, no es producto del aumento en la productividad, ni se sustenta en la existencia de un fortalecido mercado interno, sino del mero capricho y la imposición hecha por funcionarios que no saben que esa variable debe tener un sólido sustento técnico, es más, jamás hicieron el intento de construirlo.

Se ha dicho, con razón, que el presidente se enorgullece de aquello que debería avergonzarse. Ese aumento sólo tiene detrás una desinformada opinión, y mucha, mucha saliva, pero en nada ayuda a los trabajadores, dado que, tarde o temprano, erosionará la fuente de empleo y mermará la capacidad de las empresas para recuperar la rentabilidad perdida. Sí, aunque no nos guste aceptarlo, no hemos vuelto realmente al lugar en el que nos encontrábamos antes de la pandemia.

La palabra demagogia se gastó tanto que ya nadie quiere decirla, aun cuando es el término que mejor describe el discurso oficial en materia de salarios. Lamentablemente no existen cúpulas empresariales que, haciendo valer su preponderante peso en la generación del PIB, se paren frente a la autoridad a presentar una posición digna de la industria y el comercio. El temor de algunos, y las negociaciones en lo oscurito de otros, han acabado con la representación empresarial. No existen voces que hagan frente ante........

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