Pírrica
Si entrar al aro es una victoria, entonces el resultado de la conversación del pasado lunes lo fue. Es claro que Trump tiene un plan bien diseñado, el cual operó magistralmente. No sólo no dio nada a cambio, sino que obtuvo otros 10,000 elementos para sellar la frontera, convirtiendo a nuestras fuerzas castrenses en policía migratoria, misión ajena a su vocación y compromiso con el país. Claramente no fueron entrenados para contener migrantes, ni están armados para esa tarea.
El cuantioso gasto que representa tener asentadas tropas de manera indefinida, en donde no hay los cuarteles que puedan albergar ese contingente, se suma a la enorme erogación que entraña la alimentación y demás avituallamiento operativo, el cual, no sólo no está presupuestado en los ramos correspondientes, sino que, además, escapa a los alcances de la emproblemada facción que se hizo del poder, haiga sido, como haiga sido. No, los cuarteles construidos en la pasada administración no tienen la disposición territorial y la capacidad financiera para albergar un muro fronterizo hecho de tropa.
Habrá, y de sobra, agotamiento, incomodidad, insuficiencias, desabasto y muchas otras penalidades que se impondrán a los trasladados intempestivamente. Las cuentas se acumularán, y cada día será más difícil pagarlas.
El control constitucional fue relajado y después abandonado, llevándonos al desorden presupuestal generalizado, causa eficiente del déficit. Hace más de seis años se atropella grotescamente la limitación que establece que no deben hacerse pagos no previstos en el presupuesto.
El Secretario de Hacienda hace lo que le dicen, y no lo que la ley le obliga a hacer, así, llegamos al super déficit presupuestal. Todo el gasto que, en una mañanera llamada, comprometió la Ejecutiva Federal, sólo se vino a sumar y engrosar ese déficit que, no tiene para cuando parar de crecer. Lastimosamente se veía a gente de escasos recursos y de menor instrucción, festejar y celebrar el “logro”, mercado a cambio de mantener el suspenso por unos días más. Compramos, y bien cara, la muerte chiquita.
Preocupa, y mucho, no tanto que se diga que lo ocurrido fue una victoria, sino que haya empresarios e industriales que se lo crean. La puesta en escena es para el grueso de la población que vivió en la zozobra durante el fin de semana temiendo, legítimamente, por su más elemental manutención. Los magnates del país, que por cierto sólo mandaron nuncios, mejor ni se presentaron, saben perfectamente que el acto sólo fue el inicio de una larga serie de imposiciones que no nos llevarán sino al temido escenario de ser agredidos comercialmente.........
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