FICOLAVI, FOLAPE y otras tomadas de pelo

El aún morador de Palacio Nacional ha iniciado un fuego que será difícil apagar. Una, y otra vez, el Ejecutivo Federal ha emprendido la defensa de los intereses de la petrolera, terminando por descobijarla, al poner en tela de juicio la forma en que ésta opera. Al inicio de esta administración, en ánimo de obtener 250 millones de dólares (mdd), encabezó una cacería de brujas, buscando a quienes vendieron a Pemex una empresa que, en tras pocos meses de manipulación burocrática, cayó en un profundo hoyo financiero. Sí, arrancó su gobierno acusando a quien, decía él, les vendió Agronitrogenados.

Basó su acusación en infortunadas conclusiones contenidas en papeles de trabajo elaborados por una de las instituciones más desprestigiadas, y poco fiables de nuestro país, la Auditoría Superior de la Federación, la cual, en un infausto documento, llegaba a la conclusión de que la instalación fabril no valía absolutamente nada, y que, prácticamente, habría que cobrarle al dueño para quedarse con ella. Su burdo análisis, a los ojos de un experto, no supera la prueba de la risa.

Nada más falso, se hicieron técnicas valuaciones por entidades profesionales y bien acreditadas, que demostraban que la tal empresa, más allá de su estado físico, representaba una importante oportunidad para dar un salto importante en la elaboración de fertilizantes, dado que, sólo habría que llevar al cabo algunas modificaciones y reponer ciertos equipos para revolucionar la industria nacional de fertilizantes. Las apresuradas y precipitadas conclusiones hechas por el ente fiscalizador oficial carecían de solidez, y más bien, apuntaban a la falta de pericia del equipo de Petróleos Mexicanos para sacar adelante el proyecto.

A pesar de que ninguna autoridad judicial había decretado la absurda conclusión, que pregonó furibunda e irresponsablemente el presidente, así como de que no existía un peritaje que, en buena lid, determinara el supuesto faltante, por primera vez, el hijo de Tepetitán se enfundó en el traje de acusador, perito, juez y verdugo, sentenciando que se le adeudaba al erario la cantidad de 250 mdd. El empresariado mexicano tuvo entonces dos opciones, cerrar filas y exigir que el procedimiento fuera ventilado seriamente ante instancias jurisdiccionales, o bien, mirar hacia otro lado, esperando que ese asunto apaciguara la sed de sangre y venganza que sufría el residente del virreinal palacio. Se prefirió ignorar el hoy eres tú, mañana podría ser yo.

El resultado del silencio no se hizo esperar, la extorsión se convirtió en modus operandi de un gobierno que sabía que no habría tesoro oficial que soportara las fantasiosas propuestas que pensaba implementar el macuspano, para fincar una sólida cantera de votos. Alguien debía ser ejemplar víctima. Siendo así, se decidió que fuera........

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