De frontera a frontera, en México, la ley ha dejado de ser la ley. Hoy podrá ya cambiarse el texto cada vez que no se ajuste a los deseos soberanos. Sin embargo, fuera de nuestro país, los motivos que han hecho que las leyes establezcan límites, siguen existiendo. La seriedad, la consistencia y la responsabilidad que motivaron se establecieran restricciones en el actuar de las autoridades financieras, no perderán su razón de ser cuando las leyes incomodas se ajusten para eliminarles.
Es ilegal que el Banco de México incursione en los mercados en favor de un nivel en el tipo de cambio, y más aún, el salir a propalar la especie de que se defenderá una paridad, como si ella algo tuviera que ver con la soberanía o la seguridad nacional, cuando, para cualquier conocedor, la moneda sólo tiene la función de medir el valor de las cosas en función al efectivo poder adquisitivo de tal instrumento. Pervertir o interferir su ajuste nos conduce a la irrealidad, de la cual se regresa pagando altos costos.
Es claro que las recientes declaraciones de la gobernadora del Banco de México dan cuenta de su falta de formación como banquera central, haciendo evidente que carece de la preparación que le permita advertir que su discurso puede caer bien en Palacio Nacional, pero no en los mercados, ya que ponen de manifiesto la politización del proceder del banco central.
La ley que rige al instituto central es clara, la función de la reserva de activos internacionales es servir como fuelle, como un equilibrador de las cuentas nacionales, no como respaldo de un tipo de cambio fijo. La irregular promoción de una banda cambiaria, que acomoda al discurso presidencial, escapa y desborda la función de esa reserva y compromete la autonomía del Banco de........