Del desbalance presupuestario a la crisis de ingreso público

(Expansión) - La programación del gasto federal ha caído en el caos, dado que se han asumido enormes compromisos sin tener un adecuado modelo que dé seguimiento a la evolución del ingreso público. Prevalece la atención de imprevistos, en un entorno ausente de reglas claras. La directiva es retener o negar los pagos, y éstos, solo se realizan en caso de existir instrucción de alto nivel. Desde Palacio Nacional se gestionan prioridades, al margen de lo que alguna vez fue conocido como el Presupuesto de Egresos de la Federación.

En lugar de aplicar manuales, criterios y políticas, la SHCP se ha decidido a administrar un esquema de presiones, premios y castigos, en el que el cumplimiento de compromisos no es el objetivo, sino la canalización de recursos a las actividades que se marcan en la agenda presidencial como preferentes. Los otrora expertos administradores financieros se han convertido en balanza que sopesa las consecuencias de honrar contratos, cuando ello supone dejar de atender a los favoritos del régimen. Actualmente, quienes aspiran a cobrar, fundándose únicamente en haber entregado la mercancía o prestado el servicio contratado, deben esperar hasta que existan “condiciones” que lo permitan.

Así, el ejercicio presupuestario no tiene como objetivo el cumplir lo pactado, lo relevante, es canalizar recursos a las obras, operaciones y actividades que mantienen el espejismo de una administración en marcha, por lo que no existe prelación, ni consideración alguna que haga preferir lo ya entregado o ejecutado, sobre aquello que permita hacer espectaculares anuncios. El primero en tiempo, ya no es primero en derecho.

La integridad, oportunidad y velocidad en la realización de pagos depende de facilitadores que en todas las dependencias pululan, ofreciendo buenos oficios y gran cercanía con quienes se encargan de cubrir facturas. Los cierres financieros, a partir del tercer año de este sexenio, carecen de congruencia, alejándose de sanas prácticas de gestión pública. Es relativamente fácil encontrar enormes erogaciones que no sólo no están comprendidas en el presupuesto, sino que, al tiempo de su aprobación resultaba imposible el preverlas, sin embargo, éstas, en muchas ocasiones, se realizan antes que las aprobadas.

Abundan asuntos, encomiendas u obras que surgieron al calor de alguna conferencia matutina, que se ejecutan a matacaballo........

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