Carta a la OEA

Por cualquiera de las múltiples razones que saltan a la vista, es de esperar que no promuevan, ni mucho menos cobren, las absurdas e infructuosas cuotas que imponen a los países miembros, no, al menos, a todos esos a los que de nada sirvieron, como es nuestro caso. La convención que rige su acción es ya letra muerta, prácticamente en todos y cada uno de los territorios en que supuestamente regía.

Más allá de los pintorescos personajes que suelen tener al mando de ese organismo, es claro que su capacidad de hacer efectivos los más elementales principios del derecho internacional, es nula. Son, al menos tres, los artículos que ahora son inexigibles efectivamente en México, destacando el artículo 25, el cual exige de los estados miembros el brindar acceso efectivo a la justicia, contando, para ello, con un recurso, simple y eficaz, que permita deducir acciones de manera eficaz, siendo destacado en tal precepto, el que los justiciables puedan defenderse de los excesos del estado.

Vimos cómo, poco a poco, los países cayeron ante enormes aparatos de cooptación del voto, los cuales, anularon a las autoridades electorales, siendo complementados por un engañoso y falaz sistema de cómputo de votos. Sí, podrían decir, con razón que fueron los habitantes de cada país los que cayeron en el artilugio, tendido por los que antes fueran “partidos dominantes”, los cuales, con el tiempo, cedieron ante estructuras más fuertes y mejor organizadas, financiadas, en mucho, por el crimen organizado.

El reciente caso de Venezuela nos deja claro que no importa qué tan ostensible sea la operación de estado para hacer nugatoria la democracia, con procesos en los que los funcionarios comiciales son intimidados, amagados, comprados, y, hasta sustituidos, ese organismo nada hará por evitar que........

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