A 30 años del error de diciembre

Fue el exceso de confianza del presidente saliente, en que su sucesor continuaría su obra sin siquiera chistar, así como la ilimitada arrogancia del titular de las finanzas públicas, lo que puso las condiciones para desatar una profunda crisis financiera, allá, en 1994.

Ambos se equivocaron. Ya con la banda presidencial al pecho, el recién entrado tuvo dos opciones, asumir como propios los grotescos y ostensible errores, pifias y abusos cometidos para conservar el poder, o bien, marcar un antes y un después. Claro, el inefable doctor Z hubiera podido tragarse todos los sapos, y pasar a la historia como el responsable de todo lo que ocurriera, pero prefirió deslindarse.

El candidato suplente decidió ser presidente, y no un mero cómplice que asumiera como propias las inusitadas decisiones adoptadas por su antecesor. De haberlo hecho, el pasado lo hubiera alcanzado rápidamente, era imposible mantener por mucho tiempo el engaño. La banca, recientemente vendida, estaba quebrada. Los Tesobonos tenían un vencimiento masivo a menos de 12 meses. La reserva de activos internacionales, en apenas nueve meses, se había mermado tanto, que era cuestión de tiempo el tener que hacer severos ajustes.

El otrora poderoso Carlos Salinas de Gortari pensó en emprender acciones de retaliación, tras haber dado un penoso espectáculo que denominó huelga de hambre. Sin embargo, la intensa persecución a uno de sus hermanos lo devolvió al orden. Se desterró a una dorada jaula. El mensaje gubernamental fue claro y contundente, de insistir en enfrentar al detentador de la silla, recibiría un trato semejante al que le dieron a quien antes fuera intocable, expedientes sobraban.

El país que hacía poco tiempo había recuperado el grado de inversión, ya no se preocupaba por las calificadoras, sino por poder fondear los más urgentes pagos a su cargo. Éstas, como de costumbre, suelen ser las últimas en enterarse de que las cosas andan mal. Entonces, como ahora, juegan al conflicto de interés, teniendo un área de evaluación, y otra de consultoría, ésta última anula a la primera, si los honorarios o compensaciones son los adecuados. Sí, eso tampoco ha cambiado.

Una vez más, los expertos financieros tuvieron que hacer cuentas para usar la factura petrolera como respaldo de enormes apoyos financieros. En ese entonces, el oro negro daba a nuestro país la oportunidad de salir adelante. Hoy, el oro se ha transformado en hoyo, y lo que entra a la entidad pública que lo administra, no se vuelve a ver. Entre las mentiras que cuenta su Consejo de Administración y la connivencia de las colocadoras de títulos, ese engendro sólo ofrece una seguridad, el de que se tragará,........

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