La elección del 2 de junio fue un balde de agua fría para la oposición, y quienes los vieron como alternativa. Fue revivir el 2018, pero aún peor. Y al mismo tiempo, fue la prueba fehaciente de que, en estos seis años, quienes no estamos en o con la 4T no aprendimos absolutamente nada.
Hoy, la historia de cerrazón a la realidad parece repetirse. La irresponsabilidad de acusar fraude de la candidata, los dirigentes partidistas del Frente y algunos pseudo intelectuales que los apoyaron solo demuestra una total ausencia de autocrítica, y de madurez política.
Sólo es profundizar aún más la polarización, el encono y la discriminación que han caracterizado al país, por quienes tanto se lo criticaron al presidente.
Acusar al INE y a la ciudadanía que responsablemente participó en las elecciones de trampa, es replicar la actitud de 2006, de la que tan amargamente se quejaron. Sólo que, en 2006, la diferencia fue 0.6%; ahora, es prácticamente 30%. No hay punto de comparación.
Claro que hubo intervención gubernamental, como en todas las elecciones, solo que más efectiva. Pero lo más determinante para el resultado electoral fue la evidente incapacidad del Frente, y muchos comentócratas que los apoyaron, de ver la realidad y de entender el mensaje de 2018.
No hubo fraude, hubo una sucesión de seis años acciones y errores que fueron pavimentando el camino a la pérdida. Y una ceguera colectiva entre esos grupos, políticos y sociales, que creyeron los errores del presidente automáticamente encubrían los errores propios y de los........