La violencia que azota al Estado de Sinaloa desde hace varios días confirma que la detención de Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López para nada fue accidental. Un bando traicionó al otro. No hay ninguna otra explicación para las confrontaciones que estamos viendo. Me inclino a pensar que los hijos del “Chapo” dieron el paso, irreversible, con el propósito de finalizar la campaña que comenzaron desde hace unos años para apropiarse por completo de las operaciones del Cártel de Sinaloa.
Más allá de los estragos evidentes, la ruptura de los principales liderazgos de esa organización criminal también revela tres verdades. Vale la pena ponerlas en el centro de discusión si aspiramos a diagnosticar con certeza las causas de la violencia imperante en amplias regiones de nuestro país y reducir sus afectaciones.
El gobierno de López Obrador presumió hasta el último minuto la reducción de las víctimas de homicidio doloso, de acuerdo con las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En todas las oportunidades posibles afirmó que dicha reducción es resultado de sus estrategias, como la atención a las causas a través de la entrega de programas sociales, y el despliegue operativo de la Guardia Nacional y otras fuerzas........