Tlatelolco le habló al país… y el gobierno se tapó los oídos

El 30 de noviembre de 2025, en la Plaza de las 3 Culturas, algo poco común ocurrió: decenas de colectivos, organizaciones y ciudadanas se reunieron para hablar de inseguridad, desapariciones y violencia… y lo hicieron sin gritarse, sin descalificarse, sin caer en la guerra de etiquetas que desde hace años domina el debate público. Esa sola escena ya es un síntoma. Evento que fue convocado por diferentes organizaciones, entre ellas Defensorxs, Generaci ón Z (con la mayoría de sus variaciones, que aclararon que no son partidistas, víctimas de represión y ciudadanos libres de partido político alguno), así como algunos periodistas y activistas comprometidos legítimamente con la preocupación latente de México: la inseguridad.

México está cansado: del miedo que paraliza, de las instituciones que no llegan, de la corrupción que nunca desaparece y del discurso oficial que se quedó sin credibilidad.

El hartazgo no es nuevo, pero sí lo es su capacidad para unir. Jóvenes y personas adultas mayores, colectivos feministas y organizaciones vecinales, creyentes y no creyentes, comunidades indígenas, especialistas y familias de desaparecidos coincidieron en algo fundamental: la inseguridad atraviesa a todas las clases sociales y regiones, y ninguna narrativa oficial ha logrado ocultarlo.

Ese cansancio compartido está generando una especie de unidad emocional y política que no pasa por partidos ni por ideologías, sino por una necesidad básica: sobrevivir. Los presupuestos públicos que crecen para propaganda, militarización y programas clientelares, pero se reducen para salud, educación y prevención, no hacen sino reforzar esa sensación de abandono. En ese vacío, la sociedad civil se está encontrando a sí misma.

En Tlatelolco no hubo insultos. No hubo pancartas contra funcionarios específicos ni consignas diseñadas para dividir. Hubo crítica, sí, pero crítica basada en datos, experiencias y análisis; hubo........

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