La Ciudad de México, una metrópoli con 16 culpables y un solo mando

La Ciudad de México padece una crisis silenciosa de gobernabilidad en materia de seguridad pública. A pesar de contar con una de las estructuras más robustas del país, la centralización absoluta del mando policial en la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) ha convertido a las alcaldías en actores políticamente responsables pero jurídicamente impotentes. Son señaladas por los ciudadanos cuando los delitos aumentan, pero carecen de instrumentos legales, presupuestales y operativos para incidir realmente en la seguridad de sus territorios.

Este diseño institucional, heredero de un modelo verticalista, impide que la proximidad policial y la inteligencia territorial funcionen con eficacia. Las alcaldías —más cercanas a la ciudadanía y con mejor conocimiento del territorio— dependen de una estructura central que prioriza el control administrativo por encima de la adaptación local. El resultado es una policía reactiva, desconectada y, en muchos casos, sin legitimidad social.

El problema no radica solo en la gestión operativa, sino en el diseño político. La falta de autonomía real de las alcaldías en materia de seguridad produce una doble irresponsabilidad: la del gobierno central que monopoliza el control, y la de los gobiernos locales que se excusan en su falta de facultades. Ninguno puede ser plenamente exigido porque el marco jurídico diluye las obligaciones.

En la práctica, las alcaldías dependen de la voluntad política de la SSC para desplegar patrullas, implementar operativos o instalar cámaras de videovigilancia. Mientras tanto, los cuerpos auxiliares y bancarios son utilizados como sustitutos en tareas de proximidad, sin la debida certificación, capacitación ni control de confianza. Esa........

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