23 de diciembre 2024 - 03:05
De la última Nochebuena que pasamos con El Cuco, con mi abuelo, guardo un recuerdo nítido y recurrente, a pesar de que yo apenas había cumplido los ocho años. Al Cuco le gustaban mucho unas pastas de almendra y mi padre solía comprarle una caja para que yo se la diera en nuestras numerosas visitas. La cajita de pastas venía cerrada con un pequeño cordel azul de hilo, trenzado y atado en cruz. Mi abuelo, que hasta en la enfermedad conservaba una fortaleza colosal, repetía religiosamente el ritual de, en vez de desatarlo, romper el cordel del tirón con sus propias manos, algo que a mí, como él sabía, me impresionaba. Con el cordel de aquel veinticuatro de diciembre mi abuelo ya no pudo, y aún puedo ver........