Sánchez, el 'síndrome de Hubris' y la cuesta abajo

MADRID, 2 May. (OTR/PRESS) -

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, entra en el mes de mayo, crucial para su supervivencia, cumpliendo ciento sesenta y seis días, ni siquiera seis meses, desde su investidura en noviembres y cuando falta exactamente un mes para que pueda conmemorar sus seis años en La Moncloa, tras la moción de censura a Rajoy. Y estos 166 días, incluyendo los cinco de 'reflexión' sobre si dimitía o no, han sido posiblemente los más convulsos de un sexenio que no ha estado precisamente falto de sustos, sorpresas, irregularidades, incumplimientos y maniobras de todo tipo. No todos achacables, naturalmente, en exclusiva al Gobierno de coalición que fue socialista-podemita y hoy es del PSOE y Sumar. Un período, en todo caso, que poco tiene que ver con el paradigma suizo de que, para ser perfecta, una democracia tiene que ser aburrida.

En la trayectoria de esta Legislatura especialmente enervante hay un antes y un después del 'parón' que el presidente se decretó a sí mismo la pasada semana para reflexionar durante cinco días sobre si dimitía o no. Nadie, que yo recuerde, en la política europea había hecho jamás algo semejante; ni siquiera aquel Estanislao Figueras, primer presidente de la Primera República española, que en 1873 se largó abruptamente a París porque estaba "hasta los cojones de todos nosotros". Y creo sinceramente que Sánchez hizo bien, al final de su 'reflexión', que me niego a pensar que fuese un cálculo político sin más, manteniéndose en el cargo; lo contrario, su dimisión, hubiera provocado un espasmo en........

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