Las redes sociales han vivido una nueva ola del fenómeno #metoo o #jotambé asociado, en este caso, al periodismo. Varían las profesiones y los gremios pero no las deplorables actitudes machistas. Lo más triste es que no nos viene de nuevo, ni los comportamientos, ni algunos nombres, y no parece que se haga todo lo necesario para ponerle remedio. Tan encantadores, ellos, tan bonitos y gallardos. Si solo tratan de ser simpáticos. Si, total, se ha hecho toda la vida así, cómo os ponéis por nada. Pobrecitos, acosadores, que ahora que empieza a cambiar el paradigma no saben qué hacer y la culpa será nuestra, otra vez, por querer revertir décadas —siglos— de injusticia e impunidad. Lo han tenido fácil, sin embargo. Veníamos adiestradas de casa, como dice Anna Punsoda, y poco los habíamos estorbado. Hasta ahora.
Se ve que una mujer no tiene nada mejor que hacer que dejar de lado su vida —trabajo, familia, amistades, ocio— para dedicar este preciado tiempo que le pertenece a intentar olvidar los ataques externos que ha sufrido o a defenderse de ellos. A pesar de que, según cómo, más que externos también podríamos calificarlos de agresiones desde la........