"Si acceptava a ulls clucs que l'antiga Mequinensa era pel cap baix el rovell de l'ou de la galàxia, el foraster intel·ligent s'hi trobava de seguida com a casa". Emulando aquello que Jesús Moncada ponía en boca de su entrañable secretario en Calaveres atònites, el pasado sábado centenares de personas nos sentimos como en casa allí donde Ebro y Segre confluyen. La Franja ha vuelto a alzar la voz para recordar y reivindicar que en Aragón se habla catalán y aragonés —con un mayor peligro de extinción— y lo ha hecho durante la conmemoración del 40.º aniversario de la Declaración de Mequinensa, que el año 1984 reunió a los alcaldes de 17 municipios para firmar un documento en defensa del catalán en la zona. Este año han asistido representantes de unos cuarenta pueblos, además de una veintena larga de entidades. La respuesta será proporcional al ataque, pero ya cansa tanta ofensiva repugnante y grotesca.
Dentro de la moda del anticatalanismo —alimentada por el procés inconcluso— se incorpora la lengua como arma arrojadiza, como si un franjolí no pudiera sentirse plenamente aragonés y al mismo tiempo hablar el catalán. Ya en 2002, aquella Declaración de Mequinensa se tuvo que reeditar y actualizar y se firmó, en la misma población, el Manifiesto por el Pacto por las lenguas de Aragón. Y como el día de la marmota es más que una película, ahora el actual gobierno de PP y Vox en la comunidad vecina vuelve a la carga: ya ha suprimido la Dirección General de........