Las despedidas de soltero

No encontraréis nada en este mundo que sea más ridículo y contradictorio que las despedidas de soltero. Pero empecemos por el final: las bodas. Casarse siempre me ha parecido un trámite innecesario e ilógico: cuando amas a alguien, se lo demuestras dándole el máximo de libertad posible para que pueda ser él o ella misma; no encerrando a la persona que «amas» bajo llave y atándolo con hipotecas amorosas y bancarias para que se asfixie poco a poco, deje de existir y se convierta en un robot sin personalidad propia o, en el peor de los casos, en un clon tuyo. Una boda me parece un «quiero por escrito que eres mío/a y de nadie más para tener controlada la situación y para poder reprocharte en un futuro que no te pareces al ideal que yo tenía en la cabeza y que me has decepcionado». Si dos personas se aman y respetan, ¿qué necesidad tienen de firmar un documento legal que lo corrobore? ¿A quién quieren convencer?

Dicho todo esto, volvamos a las despedidas de soltero. ¿Qué son las despedidas? Son la fiesta de bienvenida a esa despersonalización y sumisión de la que os he hablado. Empezamos mal, pues. Siempre que veo a una........

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