Maldito septiembre

Al empezar el maldito septiembre, el principal problema que necesita resolver la democracia española —si quisiera considerarse como tal— sigue siendo la rebelión del poder judicial contra el legislativo al negarse a aplicar leyes que forman parte de la voluntad democráticamente expresada por la mayoría de los ciudadanos. Sin embargo, han pasado las vacaciones de verano y una crisis institucional tan trascendente, casi podría decirse crisis de régimen, ha quedado relegada de los asuntos principales del debate político, de las reflexiones intelectuales y en la agenda de los medios. El lawfare de los tribunales ya solo interesa si afecta a la esposa del presidente. Parece como si no se pudiera hacer nada contra el bunker judicial y que tampoco hay que preocuparse demasiado, si a corto plazo, el perjudicado, no el único, pero el más conocido, se llama Carles Puigdemont. Después lo será todo el mundo.

La democracia se deteriora cuando los periodistas exigen a la policía mayor contundencia en la represión, en vez de interpelarla por sus excesos

Que colectivamente se han perdido escrúpulos y criterios democráticos es obvio, cuando el debate se centra en la no detención de Puigdemont y no en el lawfare del Tribunal Supremo. Es especialmente significativo cuando la inmensa mayoría de periodistas, en la conferencia de prensa más inverosímil, se lamentaban y atacaban a la policía por no haber sido lo suficientemente contundente con la represión y no haber detenido a Puigdemont. En cambio, apenas hubo interpelación alguna por una megaoperación que perjudicó y conculcó derechos fundamentales a ciudadanos en todo el país, más propia de la persecución de un asesino en serie que de un representante electo,........

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