A menudo los grupos políticos y sus altavoces mediáticos distorsionan por interés táctico cuestiones de cierta complejidad técnica sobre las que difícilmente podrían opinar los ciudadanos no tan avezados, y lo derivan a un combate de ellos contra nosotros que nada tiene que ver con el fondo de la cuestión. Un ejemplo inmediato es el griterío contra la idea de la financiación singular, de la que nada se sabe y parece que aún tardará. Como suele ocurrir siempre, gobierne quien gobierne el Estado, el discurso contra indemostrados privilegios de Catalunya genera un rendimiento politicoelectoral en el resto de comunidades, con presidentes del PSOE o del PP. De la cuota vasca o navarra nadie dice ni mu, por si acaso.
La distorsión del debate como método deshonesto de acción política se practica ahora en el debate sobre el techo de déficit, que por interés, por ignorancia o por mala fe, o por los tres motivos acumulados, se ha querido plantear como una disputa ideológica, entre derechas e izquierdas, cuando varios actores han adoptado posiciones contrarias según lo que dictaba la táctica del momento.
Que las posiciones de cada grupo cambian según el momento lo demuestra ahora el Partido Popular que, habiendo adoptado una política radicalmente centralista cuando gobernaba, argumenta ahora su voto en contra del de déficit por la discriminación flagrante de las comunidades autónomas. Lo hace, evidentemente, porque está en la oposición y........