Vivir en tiempos institucionalmente más tranquilos, no quiere decir vivir en tiempos políticamente más aburridos. Nuevo curso. En la UE, vivimos en una continuidad de perfil político bajo; en el Estado seguimos dentro de una doble polarización con varias derivadas: entre un gobierno central con una precaria situación parlamentaria y una oposición de derechas muy crispada, así como en una renovada tensión nacional-territorial, que ha encontrado en la crisis del modelo de financiación un ancla de fijación profunda de resultados muy inciertos.
En el contexto de Catalunya, seguimos con las dos carpetas abiertas, la de la represión del Estado y la del autogobierno/autodeterminación. De momento, hay más ruido que novedades para los futuros libros de historia. Tenemos un nuevo gobierno de la Generalitat presidido por un político socialista, Salvador Illa, protagonista de escenas previas de las cuales quizás hoy se arrepiente, como ir de la mano de PP, Vox y Cs en manifestaciones anti-Procés, haber manifestado que la aplicación del artículo 155 se tenía que haber hecho antes de lo que lo hizo el gobierno Rajoy, utilizar un bilingüismo poco congruente con el catalanismo histórico que hasta ahora han defendido todos los presidentes de la Generalitat e incluso el PSC, etc.
¿Y la oposición? Centrándonos solo en la de carácter independentista, en los próximos meses asistiremos a una serie de “resets” congresuales, probablemente no muy profundizados, a fin de que, tanto partidos como organizaciones civiles, traten de encontrar mapas, brújulas y liderazgos para los tiempos que vienen. Todos ellos, especialmente, Junts, ERC, la CUP y la ANC (Òmnium más de vez en cuando) han pedido hora en el diván del psiquiatra. ¿De dónde vengo? ¿Dónde voy? ¿Cómo voy? ¿Qué hago? ¿Quién soy? ¿Quién manda? ERC es, creo, el partido más necesitado de renovación de liderazgos. Dejémoslo aquí.
En esta legislatura, probablemente, destacarán dos temas estrella:........© ElNacional.cat