El héroe superviviente

Jordi Pujol ya se puede morir tranquilo. Después de sufrir mucho y de tener mucha paciencia, el tiempo le ha dado la razón y su figura se encuentra, otra vez, en la posición que le corresponde, lejos de las manos sucias de Barcelona y de Madrid. No hay suficiente Catalunya para hacer la independencia, pero tampoco hay suficiente España para chafar la poca política nacional que se ha permitido hacer en este país. Pronto Josep Tarradellas será solo un aeropuerto que todo el mundo denominará El Prat. Con Pujol, en cambio, no han podido. Y después de las cosas que hemos visto y que veremos, dudo que nadie le pueda hacer muchos reproches.

Como escribió Lluís Prenafeta en la carta que envió al acto de homenaje de Castellterçol, Pujol ha sido y fue siempre el hombre más inteligente de su partido y del mundo político catalán. Todavía con 94 años, es el único dirigente capaz de hablar a los catalanes desde una mínima profundidad histórica sin quedar demasiado cursi, ni violentar el sistema de censura castellano liderado por La Vanguardia. También tiene todavía un estómago fuerte y parece que quiere enterrar con él, como si fuera un Faraón, a la corte de periodistas y políticos que quiere utilizarlo de bayeta, después de haber intentado robarle el partido y convertirlo en la cabeza de turco del “problema catalán”.

Pujol tuvo suficiente con una........

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