"Tenía un instinto periodístico más fuerte que sus prejuicios, cosa que suele acontecer a los periodistas inteligentes"
G.K. Chesterton
Hay que ver lo indignados que están los sanchistas con lo que consideran una conjura judicial contra ellos, en la persona de su líder, y que concretan en todo tipo de agravios, en este momento en el que todo dios sabe de cuestiones jurídicas y cualquiera te despeja una duda de la instrucción con un movimiento displicente de muñeca. Lo cierto es que las causas contra el entorno de Pedro Sánchez avanzan —unas más que otras, ciertamente— y que él no se ha dignado a dar ninguna explicación política alternativa a los problemas legales y éticos que plantean las mismas.
El caso es que el presidente ha debido empezar a decir por aquí y por allí —y así lo refieren y repiten sus fieles— que todo esto es una conjura judicial para acabar imputándole a él. Nunca olviden poner al Rey Sol en el centro de todo universo, así sea el penal. Debe ser que es la única circunstancia en la que le parece que su posición sería desabrida incluso ante el mundo internacional, ese que tanto le calienta últimamente. Así que va poniéndose el parche antes de la herida, porque de producirse la lesión va a hacer falta mucho creyente, mucha fe y mucho empeño para sostener a un presidente del Gobierno imputado por un delito.
Todo el andamiaje de la injusta persecución para lograr imputarle como sea, a él, se desmonta desde el momento en el que la Sala Segunda ha tenido decenas de posibilidades de hacerlo si hubiera querido. Porque, ¿qué necesitan unos jueces prevaricadores o........