Chess boxing al amanecer

"Puedo creer lo imposible, pero no lo improbable"
G.K. Chesterton

Nunca nos conformamos ni con lo más complejo. El ajedrez, juego de mente por antonomasia, ni siquiera era suficiente para algunos en su complejidad de infinitos. Así que no sé si saben que han ido proliferando, no ya las partidas tradicionales pero simultáneas, que podrían tener un pase hasta en política, para jugadores especialmente hábiles, sino otras muchas ideas con mayor o menor éxito y encanto. Como el Raumschach, el ajedrez espacial, que el jugador Marck inició en entreguerras, para ser jugado con una pila de cinco tableros y una pieza nueva, un unicornio. Otros, como Jeson Mor, propusieron jugar partidas en las que las únicas piezas para ambos contendientes son nueve caballos o, si me apuran, el rhombic chess, que se juega en un tablero hexagonal con 72 romboedros en tres colores. ¿Raros?

Ninguno de ellos fue el elegido para la partida estratégica jugada en la madrugada del Congreso entre los socios de gobierno y los socios progresistas y los socios de apoyo que no lo son. Lo que se jugó hasta la madrugada en la comisión de Hacienda fue, como poco, chess boxing, una modalidad que apareció en una tira cómica en 1992 y acabó por cobrar vida en 2005. Este siglo lo admite todo; la política de este siglo lo admite todo. Hasta que estalle. El chess boxing consiste, como su propio nombre indica, en una mezcla de boxeo y ajedrez: 11 rounds con 4 minutos de ajedrez y 2 de boxeo. A eso sí que jugaron ayer los de Sánchez con el resto de los grupos parlamentarios de los que pretenden obtener apoyos. Salvaron por la campana la parte obligatoria y unas hilachas del resto que pueden caer mañana jueves en el pleno. A esto hemos llegado. El gobierno carece del mínimo sustento........

© ElNacional.cat