La semana pasada Barranquilla vivió sus Carnavales. Como siempre, los ‘quilleros’ se vistieron de fiesta sin importar ni la edad ni el estrato, se colocaron su mejor sonrisa y con su inagotable ganas de bailar, salieron a las calles. Disfrazarse es un arte para ellos y se esmeran en pintar sus cuerpos o cubrirlos con telas de colores y formas de personajes. Adornan su vestuario con lentejuelas, moños, sombreros y cayenas. Niños, jóvenes y adultos se ponen las más entretenidas galas para gozarse en ‘La Arenosa’ la fiesta más importante de Colombia.

Desde pequeños en las escuelas a los infantes los visten de Garabato, monocuco o negritas puloy mientras bailan recorriendo parqueaderos y calles barriales, para que vayan aprendiendo a danzar y tomándole amor a esta gran celebración. Cuando crecen, zapatean en comparsas y disfrutan de la tradición con los amigos. Durante la Guacherna, la Gran Parada o Batalla de Flores cientos de personas hermosamente ataviadas bailan al público que los aplaude con cariño, mientras disfrutan el espectáculo. A estos desfiles se unen personalidades de la farándula, políticos y gente del común. Todos bailan con una sonrisa y con una gran disposición que se mezcla con abrazos y aplausos de los que prefieren ver, que bailar. Los primeros llenan las sillas y los palcos que bordean las adornadas avenidas desde temprano. No deben perderse ni el show ni la posibilidad de que alguien conocido pase y les baile antes de tomarse una selfie. ‘El que lo vive es quien lo goza’.

Debo reconocer que admiro la forma en que los Barranquilleros quieren y atesoran su carnaval. Siento algo de envidia por la forma como han sabido convertirlo en patrimonio inmaterial, mientras lo mejoran cada año tratando de involucrar a todos los colombianos y lo han pasado de generación en generación, con respeto y cariño hacia sus reinas.

Este año más de 5,3 millones de espectadores disfrutaron de los eventos. Generaron más de 50 mil empleos directos y la ocupación hotelera superó el 80%. Carnaval SAS obtuvo utilidades por encima de lo previsto. Todo esto en beneficio de la economía de una ciudad que va volando en términos de crecimiento y modernidad. Los barranquilleros son felices, porque esta fiesta trae bienestar, diversión, plata y trabajo de forma incluyente.

No puedo evitar pensar: ¿Y que nos pasó a los cartageneros con nuestras Fiestas de Noviembre? Hace algún tiempo esas eran las más importantes de Colombia y lográbamos pegar a todos los compatriotas al televisor durante días, para no perderse ningún evento. Las jóvenes soñaban con representar a sus departamentos, al punto que a las niñas bonitas las piropeaban diciéndoles: “Deberías ser Señorita Bolívar”. Las candidatas venían con comitivas gigantes que llenaban los restaurantes y no había disponibilidad en los hoteles. ¿En qué momento perdimos la motivación por apoyar nuestra cultura e impulsar un evento que era tradición, inclusión y un gran exponente de la ciudad?

Carnavales

Carnavales

La semana pasada Barranquilla vivió sus Carnavales. Como siempre, los ‘quilleros’ se vistieron de fiesta sin importar ni la edad ni el estrato, se colocaron su mejor sonrisa y con su inagotable ganas de bailar, salieron a las calles. Disfrazarse es un arte para ellos y se esmeran en pintar sus cuerpos o cubrirlos con telas de colores y formas de personajes. Adornan su vestuario con lentejuelas, moños, sombreros y cayenas. Niños, jóvenes y adultos se ponen las más entretenidas galas para gozarse en ‘La Arenosa’ la fiesta más importante de Colombia.

Desde pequeños en las escuelas a los infantes los visten de Garabato, monocuco o negritas puloy mientras bailan recorriendo parqueaderos y calles barriales, para que vayan aprendiendo a........

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