Hasta las tres de la tarde, vimos una elección esperanzadora. Las y los ciudadanos salimos a votar como nunca. Derrotamos el miedo y volvimos a dar una cátedra de participación ciudadana. A todas luces, la gran mayoría ha comprendido que la única fuente de legitimidad del poder político depende de los votos emitidos y ha demostrado que está dispuesta a defender esa convicción. Es una posición popular que no existía en el siglo pasado y que, a juzgar por la conducta masiva de ayer, promete arraigarse en el futuro.
En contrapartida, se me cae el argumento según el cual los pueblos tienen el gobierno que merecen. No, al menos, al confrontar la conducta de las y los electores durante las primeras horas del día de ayer, con la que adoptaron los partidos y sus dirigentes a partir de las seis de la tarde. Hasta bien entrada la noche, ninguno de ellos --escribo en masculino porque todos son hombres-- había reconocido el triunfo de sus........