Ok, cambiemos la conversación
A los feligreses (que repiten con sinceridad el credo) se les han venido sumando una larga fila de conversos (y de trepas) que han optado por ganarse las simpatías de los poderosos y están llamando al realismo crudo e, incluso, se han puesto intensos para ganar un asiento en los vagones. Otros se han puesto iracundos y bravucones: no aceptan ninguna crítica y han decidido sumarse a la lógica de la descalificación personal ꟷcomo aprendieron del líderꟷ para eludir el debate.
Muy bien: dejemos de lado la cuestión de la democracia (supongamos que es aritmética y nada más); abandonemos el duelo por las instituciones autónomas diseñadas para contrapesar el presidencialismo (cuestan mucho y no sirven para nada, dicen); renunciemos a la pluralidad (¿para qué, si el pueblo es uno y ya dijo todo lo que quería?); y dejémonos de remilgos con la división de poderes (ya que los tres serán electos por la mayoría). Supongamos que debemos aceptar todo eso........
© El Universal
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