En un país como el nuestro, es lo que se acostumbra este día: desear buenas cosas a los demás. O dicho de otro modo, compartir con otros lo que uno desea con la esperanza de que sea acogido con simpatía o mejor aún, como lo pedía Kant, soñar en que todas las personas actúen de tal modo que su conducta pueda volverse, al mismo tiempo, una ley universal y que nadie considere a nadie como un medio para sus fines. Buenos deseos para que el mundo que nos rodea (o al menos nuestro mundo de vida) sea mejor.
Deseo, pues, que el proceso electoral en curso sea solamente eso: un proceso más en el que diversas opciones políticas se presentan ante las y los electores para organizar nuestra convivencia sin que ninguna de ellas aspire a destruir a las otras. Que eso que llamamos democracia (el poder del pueblo) no equivalga a asumir su representación como si todas las personas pensaran lo mismo y actuaran igual, desechando cualquier diferencia y........