En la columna de la semana antepasada escribí acerca de algunas cosas que se podrían esperar de Claudia Sheinbaum como candidata presidencial (https://shorturl.at/gjlUZ). Ahora me aboco a Xóchitl Gálvez y las expectativas que genera su candidatura. Para que ella pueda ganar, me parece que ya sólo tendrá una oportunidad, dividida en tres rounds políticos. En el debate del 7 de abril tendrá que debilitar seriamente a su rival. En el del 28 de abril tendrá que vapulear. Y el 19 de mayo, deberá noquear.
El problema es cómo podría lograr semejante hazaña.
Lo que más he escuchado sobre Xóchitl en diferentes círculos ciudadanos son dos cosas: la primera, entre los más nostálgicos del priismo y/o del panismo (que no son pocos), es la afirmación de que van a votar por ella debido a que odian a Andrés Manuel López Obrador. No es metáfora, es literal: aborrecen al Presidente y por tanto detestan a Sheinbaum y lo que ella representa como continuidad de la 4T. Es el comprensible voto del hígado.
Y dos, entre los que son demócratas centrados, gente sin filias ni fobias, personas nada afines a la 4T, pero tampoco al pasado de corruptelas y autoritarismo que representaban el PRI y el PAN, he percibido que de Xóchitl esperan una verdadera propuesta alternativa de nación. Un planteamiento viable y moderno que subsane lo que consideran pifias y excesos del gobierno de López Obrador. Un proyecto que les afiance la esperanza de que tendrán un país menos virulento, al menos políticamente hablando. Una república sin........