Después de la fiesta por aprobar de manera brutal una vengativa reforma judicial, el oficialismo legislativo vive la resaca de reconocer inconsistencias, contradicciones y absurdos en su ópera prima. Eso que tanto les enorgulleció los lleva hoy a buscar remiendos por un trabajo mal hecho, motivado no para mejorar, sino gestado desde el abuso del poder y el resentimiento.
Los autores de la reforma reconocen que está plagada de errores, omisiones y descuidos argumentativos.
Enoja y da vergüenza ver el trato desidioso y casi de trabajo escolar que son capaces de dar a la Constitución. La absurda contradicción entre los artículos 94 y 97 y la manifiesta irresponsabilidad del 11 transitorio, niegan la naturaleza misma del Poder Judicial que lo faculta para interpretar la ley. Su prisa por agradar ha provocado que surja a botepronto, amparos, consultas, controversias y acciones de inconstitucionalidad.
Muchos preguntamos y planteamos si la Corte –¿quién si no ella?-ejercerá su competencia para revisar una reforma judicial plagada de errores (y horrores) y corregirá al menos las peores consecuencias que podría tener un texto legal ofrecido como “regalo” a un Tlatoani.
Algo de historia: el constitucionalista alemán Otto Bachof, quien defendía una postura antagónica a la de Carl Schmitt (la postura hitleriana que daba sustento al Tercer Reich) definió la posibilidad de que ciertas normas constitucionales puedan ser consideradas inconstitucionales si contravienen principios y valores........