¡Obvio!

La primera vez que escuchamos esa palabra, alumnos del Colegio Público ‘Ignacio Arrázola Ahumada’ (Calamar - Bolívar) quedamos con la mente en blanco. El rector, licenciado Ramón Zetién Santoya, recién desempacado de la Universidad Pedagógica de Tunja, respondió a los alumnos que preguntaban si debíamos dejar limpio y organizado el salón de clases: “¡Obvio!”, respondio. En horas de la tarde visité al maestro Toño García, sabio, generoso, solitario, quien poseía la biblioteca más completa de la comarca: “Ahí está: última edición del Diccionario Larousse, déjalo tal como lo encontraste”, y continúo dándose jonda en su hamaca sanjacintera: “Obvio: del latín obvius”, sale al encuentro, delante de los ojos, claro y evidente, sin explicación.

Ahora con........

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