Unas ideas fijas
Como en días pasados el Supremo tuvo a bien acusarme, una vez más, de ser “clajita, rajita, fajita” (que es como se dice en macuspano “clasista, racista, fascista”), me asomé a su ritual mañanera. Es genial. A unos días apenas de colgar la Suprema Investidura, continúa repitiendo las cuatro o cinco ideas fijas que alguien logró meterle en la cabeza cuando era chiquito y que, claro, por ser fijas no son ideas.
Una cosa graciosa es no sólo la tenacidad, sino la creciente emoción con que lanza esas “ideas”. Auguran que la última mañanera va a ser fantástica: un jaripeo lleno de manotazos enfáticos, vociferación musoliniana, comezón obsesiva de testa, la boca que se autochupetea, el karatazo al podio patrio, la emotiva extracción de cerilla, el llanto de lord Molécula y el necesario etcétera.
El Supremo opta por explicar sus........
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